Había una
vez una clase de 4º de la ESO en la que se fueron de excursión a un país
extranjero, estos chavales iban a ver los grandiosos monumentos y la belleza típica
de la naturaleza de ese país, pero ellos no sabían que allí existían tribus con
otras costumbres.
Después de varias horas andando por el
recorrido que se les mandó hacer; hicieron un descanso. Pero hubo un chaval que
quería seguir mirando las aves hermosas de ese país, él vio una y se quiso
acercar para tocarla pero se fue volando, el chico no se dio por rendido así
que fue tras ella.
El ave
reposó sobre el hombro de un extraño que vestía de manera diferente; el chaval
se quedó ojiplático al ver su alrededor lleno de hombres con unas vestimentas
extrañas.
Esos hombres
hablaban otra lengua, pero parecían alegres; el chaval lleno de miedo se fue
corriendo pero uno de los hombres le cogió y le sentó en una mesa.
Los demás
hombres se sentaron también y le trajeron al chaval una vaca muerta; estos
hombres después de enseñarle la vaca al chico, la rajaron por la yugular y
sacaron su sangre para luego bebérsela.
En ese
momento entró al recinto el guía, vio la ceremonia y se fue hacia el chaval.
El guía le
dijo que no tuviera miedo porque estaban celebrando la llegada de un hijo del
viento a su país.
El chico se
puso alegre, hizo como si se bebiera la sangre y luego vio que esos hombres se
pusieron a bailar de manera extraña así que el chaval como ya sabía que no eran
malas personas pues bailó con todos ellos.
A la vuelta
del viaje el chico le contó a sus compañeros que no deben de juzgar a una persona
antes de conocerla y todos ellos debatieron felices sobre estos valores.
El valor
moral de esta historia es que no se debe de juzgar a las personas antes de
conocerlas y que al chico no le pareciese moral lo que hacía ese grupo de indígenas
porque no pertenecen a la misma sociedad que estos.